Primeros días de un bebé en casa

No hubo decoraciones, ni fondos, ni mil cambios de ropa. Solo un pequeño bebé recién llegado, envuelto en una mantita, atento a todo con sus ojazos, con una mamá y un papá que no dejaba de mirarlo, como si aún no creyera que ya está aquí.

Hice muchas, muchísimas fotos, pero al ritmo del bebé, respetando su momento y sus necesidades, de esa manera cada foto cuenta algo: el modo en que su mano se cierra alrededor del dedo de su padre, cómo mueve la nariz al sentir el olor de su madre, cómo respira con esa calma que solo tienen los que acaban de llegar.

Este no fue un reportaje de poses. Fue un acto de presencia.

Primeros días de un bebé en casa
Primeros días de un bebé en casa
Primeros días de un bebé en casa

Fotografiar sin Intervenir

Mi trabajo no fue organizar, sino observar. No moví al bebé, no lo desperté, no lo puse en posturas. Solo estuve ahí, con la luz del día entrando por la ventana, capturando lo que pasaba: un bostezo, un movimiento leve, una mirada entre padres que dice “¿puedes creerlo?”.

Primeros días de un bebé en casa
Primeros días de un bebé en casa

Las primeras arrugas de sus pies, los pelitos finos sobre su cabeza, cómo aprieta los ojos al sentir la luz. Son cosas pequeñas. Pero son las que más tiempo guardas. Porque no son fotos del bebé, sino de su esencia recién llegada.

Primeros días de un bebé en casa
Primeros días de un bebé en casa
Primeros días de un bebé en casa
Primeros días de un bebé en casa
Primeros días de un bebé en casa
Primeros días de un bebé en casa
Primeros días de un bebé en casa

No hay gesto más grande que el de un padre sosteniendo por primera vez esas manitas diminutas. O el de una madre que lo acomoda contra su pecho, como si ya supiera exactamente dónde encaja. No lo posé. Solo lo vi. Y lo guardé.

Primeros días de un bebé en casa

Nada sustituye la calma de un hogar recién estrenado como familia. Aquí no hay prisas, ni luces fuertes, ni extraños. Solo rutinas nuevas, pañales, leche a media noche, y ese silencio profundo que solo existe entre un bebé dormido y sus padres vigilando. Porque los primeros días no son para escenarios. Son para abrazos torpes, miradas asombradas, manos que tiemblan al cargarlo. Y porque años después, no querrás verlo en una pose perfecta… sino exactamente como fue: frágil, real, profundamente amado.

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